El Pecado Contra El Espíritu Santo

El Pecado contra el Espíritu Santo es una frase que algunos creyentes mencionan al saber que existe un pecado que es imperdonable delante de Dios, y es blasfemar contra el Espíritu Santo, y es tan importante que dentro de la Biblia se menciona en 3 evangelios.

Es por ello que todo creyente debe escudriñar las Sagradas Escrituras, y poder comprender este pecado que lo puede llevar a una condenación, por la ignorancia que acarrea el blasfemar al Espíritu Santo de Dios. Es por ello, que hay que conocer a que se refiere la Biblia cuando habla sobre el pecado contra el Espíritu Santo, y cuidarse de fallar ante Dios.

Índice

    El Pecado Contra el Espíritu Santo

    El Pecado contra el Espíritu Santo

    El pecado contra el Espíritu Santo es denominado en la Biblia como la “blasfemia contra el Espíritu Santo”, y esto es mencionado en varias ocasiones en las Sagradas Escrituras:

    1. “El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro” (Mateo 12:30-32)
    2. “Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno” (Marcos 3:28-29)
    3. “A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará”. (Lucas 12:10)

    Del mismo modo Jesús luego de realizar un milagro a un hombre que estaba endemoniado ciego y mudo. En este acto de liberación el Señor expulsó al demonio, sanando al hombre.

    Sin embargo, los testigos de este milagro comenzaron a preguntarse si Jesús era realmente el Mesías, mientras que un grupo de fariseos, al escuchar la conversación del Mesías, de una forma feroz destrozaron la fe de las personas, diciendo:

    “Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (Mateo 12:24)

    Por lo que Jesús de una forma inteligente refuta a estos detractores (los fariseos) con unos argumentos muy lógicos para explicar por qué no estaba echando fuera demonios en el poder de satanás.

    «Y Jesús, como sabía los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado; y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.

    Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? Y si yo por Beelzebub echo fuera los demonios, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. Y si por espíritu de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios» (Mateo 12:25-28)

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    Jesús Habla sobre el Pecado Contra el Espíritu Santo

    Luego de esta situación donde los fariseos hablaron que Jesús echaba fuera demonios de forma errada, por ello empezó a hablar sobre el pecado contra el Espíritu Santo, que viene a confrontar a todos los oyentes y aún a los creyentes en este tiempo:

    «Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro” (Mateo 12:32)

    El pecado al Espíritu Santo lo denomina blasfemia que puede definirse como "irreverencia desafiante", dicho término se aplica a pecados tales como maldecir a Dios o a decir cosas intencionalmente degradantes relacionadas con Dios. En este sentido la blasfemia es también atribuir algún mal a Dios, o negarle algún bien que se atribuye a Él.

    Pero en este caso particular Jesús cuando habla del pecado contra el Espíritu Santo, se refiere como los fariseos, quienes fueron testigos de que Jesús estaba obrando en milagros del poder del Espíritu Santo, afirmaron en cambio que el Señor estaba poseído por un demonio. Blasfemando en contra del Poder de Dios.

    «Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios» (Mateo 12:24)

    En este sentido el pecado o blasfemia contra el Espíritu Santo tiene que ver con los fariseos que acusaron a Jesucristo de estar poseído por demonios, en lugar de estar lleno del Espíritu Santo. En ese tiempo los fariseos conocían la Ley y los Profetas, tenían al Espíritu Santo moviéndose, y tenían al mismo Hijo de Dios delante de ellos, y podían ver los milagros que Él hacía.

    Sin embargo, ellos eligieron despreciar a Jesús, y atribuyeron de forma intencional la obra del Espíritu Santo al diablo, aunque ellos conocían la verdad y tenían la prueba que el reino de los cielos se había acercado a través de Jesús. Es por ello, que Jesús habló de el pecado contra el Espíritu Santo, ya que sus detractores denigraban el poder de Dios, rechazando su gracia.

    De esa forma Jesús le dice a la multitud que el pecado o la blasfemia de los fariseos contra el Espíritu Santo "no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero" (Mateo 12:32), eso quiere decir que su pecado nunca sería perdonado.

    «pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno» (Marcos 3:29)

    Es por ello, que el pecado contra el Espíritu Santo se dio en ese tiempo a través de los fariseos, pero hoy en día puede ocurrir cuando en las personas exista la incredulidad de la existencia de Dios. Aunque en este tiempo el Espíritu Santo está haciendo un trabajo sobrenatural en las vidas de las personas.

    «Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16:8)

    En este sentido el resistir a esa convicción y permanecer sin arrepentirse de forma voluntaria, es pecar o "blasfemar" contra el Espíritu Santo. Por ello no hay perdón, ni en este siglo ni en el venidero, como lo dice la Biblia, pues una persona que rechaza el llamado del Espíritu Santo para confiar en Jesucristo y luego muere en la incredulidad, no podrá tener la salvación prometida.

    Por lo tanto el amor de Dios es evidente en el mundo, y busca siempre la forma de acercarse a su creación para entregarles la salvación prometida.

    «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16)

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    Y ante ese amor de Dios las personas podrán tener en sus manos la elección de amar a Dios, o cometer el pecado contra el Espíritu Santo, rechazando la salvación del Señor.

    «El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que rechaza al Hijo no verá la vida, porque la ira de Dios permanece sobre él» (Juan 3:36)

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