Sadrac Mesac y Abed-Nego Son Librados Del Horno De Fuego

Sadrac Mesac y Abed-nego son librados del horno de fuego luego de incumplir un mandato establecido por el rey Nabucodonosor, de adorar un dios pagano, y que produjo el castigo en ese horno, donde pudieron ver el poder de Dios manifestado.

Esta historia muestra como la fe de estos jóvenes y su fidelidad al Dios verdadero le permitieron vivir en carne propia el castigo del rey, pero a su vez la salvación del Dios al que adoraban, quien los salvo de ese horno mostrando que sus adoradores serán salvados por Él.

Índice

    Sadrac Mesac y Abed-nego

    Sadrac, Mesac y Abed-nego son librados del Horno de Fuego

    Sadrac, Mesac y Abed-nego eran hebreos fieles a Dios, que fueron llevados como prisioneros luego de la destrucción de Jerusalén por el rey Nabucodonosor, ellos junto a Daniel fueron distinguidos entre todos los habitantes.

    “Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias” (Daniel 1:17)

    Colocandolos además en posiciones importantes durante el reinado del rey Nabucodonosor ya que demostraban manejo de los asuntos reales, con sabiduría e inteligencia proveniente de Dios

    «Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey» (Daniel 2:49)

    A estos tres jóvenes que servían como oficiales en Babilonia fueron llevados delante del rey Nabucodonosor cuando se negaron a aceptar en rendir tributo y adorar a una estatua de oro que el rey había mandado hacer.

    La Historia de Sadrac, Mesac y Abed-nego y la Estatua de Nabucodonosor

    Sadrac, Mesac y Abed-nego son librados del Horno de Fuego

    Sadrac, Mesac y Abed-nego trabajaban al lado del rey Nabucodonosor, pero no apoyaban su adoración a dioses paganos, pues ellos tenían la convicción del Dios verdadero que había sacado al pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto. Sin embargo, el rey Nabucodonosor tenía un plan de levantar una estatua para su adoración.

    «El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia. 

    Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.

    Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor.

    Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas, que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado;

     y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado» (Daniel 3:1-7) 

    Esta estatua creada por Nabucodonosor buscaba mostrar la grandeza que él tenía entre todos los reinos. A este rey le gustaba la adulación y la reverencia a él y a todos sus mandatos, buscaba usurpar la adoración al Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego.

    Vale detallar que el rey Nabucodonosor exigió la presencia de todos los miembros del pueblo, como un acto de reverencia pública, en el que se demandaba adorar la imagen que él había hecho levantar, es decir tenía importancia en el plano religioso y político, ya que se demostraría su lealtad y sumisión a cada uno de sus mandatos.

    Del mismo modo, vale detallar que Nabucodonosor no exigía la adoración a un dios cualquiera, sino a un dios que él había creado a través de esa estatua, y de esa forma tener dominio de toda las naciones de sus alrededores, que estarían en dicha celebración.

    Él quería reemplazar la adoración de Dios para ser él adorado, pues al inclinarse a la estatua implicaba la obediencia a él por cada uno de los oficiales, entre ellos Sadrac, Mesac y Abed-nego, mostrando sumisión a su autoridad.

    Acusación contra Sadrac, Mesac y Abed-nego

    Sadrac, Mesac y Abed-nego son librados del Horno de Fuego

    En el momento que se dio la orden de postrarse ante la imagen hecha por Nabucodonosor Sadrac, Mesac y Abed-nego no lo hicieron.

    Sin embargo, ellos fueron acusados por algunos varones caldeos, quienes de forma maliciosa querían sacarlos a ellos de sus puestos, por ser los encargados de los negocios de la provincia de Babilonia.

    Estos jóvenes tenían la convicción de no adorar la imagen que el rey había creado, por eso al momento que sonó la música ellos fueron los únicos que permanecieron de pie ante el ídolo creado por Nabucodonosor, y dicho acontecimiento no pasó desapercibido, por lo que fueron acusados en medio de toda la multitud.

    «Por esto en el mismo tiempo algunos varones Caldeos se llegaron, y denunciaron de los Judíos. Hablando y diciendo al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive.

    Tú, oh rey, pusiste ley que todo hombre en oyendo el son de la bocina, del pífano, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento músico, se postrase y adorase la estatua de oro: Y el que no se postrase y adorase, fuese echado dentro de un horno de fuego ardiendo. 

    Hay unos varones Judíos, los cuales pusiste tú sobre los negocios de la provincia de Babilonia; Sadrac, Mesac, y Abed-nego: estos varones, oh rey, no han hecho cuenta de ti; no adoran tus dioses, no adoran la estatua de oro que tú levantaste» (Daniel 3:8-12) 

    Se puede notar que estos caldeos que denunciaron a Sadrac, Mesac y Abed-nego querían mostrarle al rey la deshonra que ellos le habían hecho, ante el mandato dado por Nabucodonosor de inclinarse ante la estatua de oro.

    Las verdaderas razones de esta acusación es que querían destruirlos, y que fuesen sacado de los puestos donde el rey los había colocado pues le tenían envidia que unos hebreos estuvieran en lugares privilegiados antes que los fieles del pueblo de Babilonia.

    La Fe de Sadrac, Mesac y Abed-nego

    Luego que Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron acusados ante el rey, Nabucodonosor se enfureció con estos jóvenes hebreos, pues no era la costumbre desobedecer una orden del rey, es por ello que cuando ellos se presentan ante él tenía mucha ira.

    «Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?

    Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?

    Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado» (Daniel 3:13-18) 

    Sin embargo, hay que notar que a pesar de la ira que tenía Nabucodonosor por la desobediencia de estos jóvenes él no los castigos, de forma inmediata, sino que los interrogó para corroborar la información que los caldeos le había dado, era como la oportunidad de estos jóvenes redimirse delante de él.

    Cuando estos jóvenes estaban frente a Nabucodonosor ellos reafirmaron su decisión de no adorar la imagen que él había creado, pues ellos tenían un auténtico amor al Dios de los cielos, y no caerían en la idolatría que había llevado a la destrucción del pueblo hebreo.

    Sadrac, Mesac y Abed-nego demostraron una absoluta confianza en su Dios, pues en ningún momento claudicaron en su posición, sino que le mostraron a Nabucodonosor que ese Dios al que ellos adoraban los iba a salvar en medio del horno de fuego. Nabucodonosor viendo esa convicción, aún insistió en evitar ese castigo por rebelión, sin embargo al quedarse sin argumentos el tuvo proceder al castigo establecido por ley.

    Sadrac, Mesac y Abed-nego son echados al Horno de Fuego

    Sadrac, Mesac y Abed-nego son librados del Horno de Fuego

    Al ver Nabucodonosor la firmeza que tenían Sadrac, Mesac y Abed-nego el cambió su rostro y con orgullo y prepotencia los condenó al horno de fuego, pidiendo que se aumentase siete veces más el calor para de esa forma mostrar su dominio en su reino.

    «Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.

    Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo» (Daniel 3:19-23) 

    Con esa furia que tenía Nabucodonosor por estos jóvenes que se habían atrevido a desobedecerlo, envió a hombres vigorosos que pudiesen atarlo con mucha fuerza, y lanzarlos al horno de fuego que tenía las llamas que salían de sus aberturas produciendo que muchos de ellos muriesen.

    Con esta actitud Nabucodonosor quería demostrar que tenía el control de este acto de rebeldía, de tal forma que ellos fueron atados con sus mantos y sus turbantes que eran las vestiduras oficiales, y al ser lanzados de esa forma ante la multitud era un acto de degradación militar.

    Sadrac, Mesac y Abed-nego son librados del horno de fuego

    Sadrac, Mesac y Abed-nego son librados del Horno de Fuego

    Luego que Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron lanzados al horno de fuego, el rey Nabucodonosor esperaba ver como estos jóvenes serían consumidos por el fuego. Sin embargo recibió la sorpresa, que cuando vio dentro del horno no estaban, únicamente, estos tres jóvenes, sino que en medio de ellos se paseaba un cuarto que él no había visto antes.

    «Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.

    Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.

    Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego» (Daniel 3:24-27) 

    Una de las primeras cosas que se puede observar cuando Nabucodonosor se percata que estos jóvenes no se quemaban en el horno de fuego es como el poder de Dios los había hecho impenetrables al dolor del fuego.

    Del mismo modo, otro punto que se muestra es que al observar el aspecto del cuarto que era semejante al hijo de los dioses determina el poder sobrenatural de ese Dios al que adoraban Sadrac, Mesac y Abed-nego.

    Era la fe tan fuerte que tenían estos jóvenes que permitieron ver tangible la protección divina en medio de ese horno de fuego, humillando de esa forma a Nabucodonosor quien quedó atónito ante la escena que sus ojos veían, pues no sufrían ningún daño.

    De tal forma, que al sacarlos del horno los oficiales los examinaron de forma cuidadosa, percatándose en que no sufrieron ningún tipo de daño, y aun su ropa no tenía olor a humo. De esta manera Nabucodonosor reconoció al Dios de los hebreos, como el verdadero entre todos los dioses.

    «Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.

    Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste. Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia» (Daniel 3:28-30) 

    A pesar que Nabucodonosor había sido humillado por este milagro de Dios con estos jóvenes, él no expresó ningún tipo de arrepentimiento de haber cometido este maltrato hacia ellos, y lo que hizo al final de todo este momento Nabucodonosor fue exalta al Dios de los hebreos.

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    Para culminar se puede decir que la fe de Sadrac, Mesac y Abed-nego es un ejemplo para todos los creyentes, ya que ellos permanecieron firmes ante su genuina adoración a Dios, y no caer ante la idolatría que querían inculcarles en ese momento, y a pesar que eso los pudo llevar a la muerte no doblaron rodillas ante un ídolo falso.

    Es por ello que los invitamos a que puedan tomar como ejemplo a estos jóvenes, quienes en medio de las circunstancias permanecieron en fe, y Dios lo rescató para mostrar su poder en medio de la incredulidad de su entorno, y por su gratitud ante su fidelidad inquebrantable.

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