La Historia De Felipe Y El Etíope

La Historia de Felipe y el Etíope es una enseñanza para todos lo creyentes, quienes deben estar atentos a la voz de Dios, y obedecer cuando Él da una orden para bendecir a una persona.

Esta es una historia que narra como Felipe no se negó en dirigirse a un lugar que estaba desierto, para cumplir lo que Dios le había encomendado, es una reflexión que habla a los corazones de todos aquellos que desean llevar el evangelio.

Índice

    La Historia de Felipe y el Etíope

    La Historia de Felipe y el Etíope

    En el libro de Hechos se encuentra la historia de Felipe y el Etíope que inicia con un llamado que hace Dios a Felipe, quien de forma apresurada y en obediencia se levantó y aceptó la misión encomendada por Dios.

    En ese tiempo el mensaje del Evangelio se estaba llevando con mucha aceptación en Samaria, y se estaba propagando de una forma rápida, sin embargo el Señor decidió enviar a Felipe a otro tipo de misión en un lugar desierto, a lo que él aceptó.

    «Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, al camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es un camino desierto» (Hechos 8:26) 

    Vale mencionar que el camino que le tocaba recorrer a Felipe era desolado, era una ruta que no iba a conseguir personas en el camino, pues era un atajo de la vía principal. Sin embargo Felipe no puso excusa sino que él en obediencia se dirigió a ese lugar que Dios le había hecho mención.

    «El se levantó y fue; y he aquí, había un eunuco etíope, alto oficial de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba encargado de todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar» (Hechos 8:27)

    En ese camino que era desolado Felipe tuvo un encuentro muy particular, pues se encontró con una caravana que llevaba a un etíope, quien estaba encargado de todos los tesoros de la reina de Etiopía.

    Es en este punto es que la obediencia a la voz de Dios pone en evidencia su plan divino, ya que en un lugar donde no existía posibilidad de encontrarse a alguien Felipe se encuentra a este hombre de gran valor para el reinado de Etiopía.

    El Encuentro de Felipe con el Etíope

    La Historia de Felipe y el Etíope

    Hay que notar que la obediencia de Felipe al llamado hecho por Dios lo dirigió hacia una persona que no lo conocía, pero que Dios en su plan divino los hizo encontrarse, para cumplir la asignación de llevar el evangelio a toda persona.

    «El se levantó y fue; y he aquí, había un eunuco etíope, alto oficial de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba encargado de todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar. Regresaba sentado en su carruaje, y leía al profeta Isaías» (Hechos 8:27-28)

    Nótese algo interesante que sucede con este diplomático Etíope, es que él estaba leyendo los rollos del libro de Isaías, y se dirigía al templo a llevar la ofrenda correspondientes. Eso habla que no era un funcionario cualquiera sino que el tenía cierto temor a Dios.

    «Y el Espíritu dijo a Felipe: Ve y júntate a ese carruaje. Cuando Felipe se acercó corriendo, le oyó leer al profeta Isaías, y le dijo: ¿Entiendes lo que lees?  Y él respondió: ¿Cómo podré, a menos que alguien me guíe? E invitó a Felipe a que subiera y se sentara con él» (Hechos 8:29-30)

    Es interesante lo que sucede en este pasaje pues el Etíope no entendía lo que estaba leyendo, sin embargo el quería comprender las letras de estos rollos, por lo que Felipe dispuso a explicarle. Dicho texto se refería al capítulo 53 de libro de Isaías, donde se hablaba del futuro Mesías.

    «El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era éste: Como oveja fue llevado al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, no abre él su boca. En su humillación no se le hizo justicia; ¿Quién contará su generación? Porque su vida es quitada de la tierra» (Hechos 8:32-33)

    Precisamente, no es una casualidad el hecho que el Etíope estuviese leyendo esa escritura, ya que Dios dirigiendo a Felipe le pudo dar la revelación de quien era ese Mesías prometido para el pueblo de Israel. Y esa escritura decía lo siguiente:

    «¿Quién ha creído a nuestro mensaje? ¿A quién se ha revelado el brazo del Señor? Creció delante de Él como renuevo tierno, como raíz de tierra seca; no tiene aspecto hermoso ni majestad para que le miremos, ni apariencia para que le deseemos.

    Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no le estimamos. Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. 

    Mas Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus heridas hemos sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros.

    Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió Él su boca. Por opresión y juicio fue quitado; y en cuanto a su generación, ¿quién tuvo en cuenta que Él fuera cortado de la tierra de los vivientes por la transgresión de mi pueblo, a quien correspondía la herida? 

    Se dispuso con los impíos su sepultura, pero con el rico fue en su muerte, aunque no había hecho violencia, ni había engaño en su boca. Pero quiso el Señor quebrantarle, sometiéndole a padecimiento. Cuando Él se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación, verá a su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor en su mano prosperará. 

    Debido a la angustia de su alma, Él lo verá y quedará satisfecho. Por su conocimiento, el Justo, mi Siervo, justificará a muchos, y cargará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes y con los fuertes repartirá despojos, porque derramó su alma hasta la muerte y con los transgresores fue contado, llevando Él el pecado de muchos, e intercediendo por los transgresores» (Isaías 53:1-12) 

    En este sentido este libro de Isaías está hablando de Jesús, y en el plan perfecto de Dios, nada más y nada menos que Felipe es enviado para instruir a este hombre, quien deseaba saber ese texto. Es por ello que Felipe aprovecha y le enseña quien es Jesús.

    «El eunuco respondió a Felipe y dijo: Te ruego que me digas, ¿de quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro? Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús» (Hechos 8:34-35)

    Esto habla del plan perfecto de Dios en la vida de las personas ya que sí Felipe no obedece la instrucción dada por Dios este hombre no hubiese conocido a Jesús.

    El Etíope Creyó y se Bautizó

    La Historia de Felipe y el Etíope

    Esta historia culmina mostrando Felipe el evangelio al etíope, y de esa forma poder darle las buenas nuevas a la que estaban llamado todos los seguidores de Jesús, y sucede algo interesante ya que este hombre pudo entender que Jesús era el Mesías, y pidió ser bautizado, cumpliendo por completo la ordenanza dada por Jesús antes de su ascensión.

    «Yendo por el camino, llegaron a un lugar donde había agua; y el eunuco dijo: Mira, agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? Y Felipe dijo: Si crees con todo tu corazón, puedes. Respondió él y dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.Y mandó parar el carruaje; ambos descendieron al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó» (Hechos 8:36)

    Por otra parte, sucede algo extraordinario y es lo simbólico de este pasaje habla, al ver el contexto externo, ya que en un lugar desierto consiguen un lugar donde brota el agua, por lo que Felipe detiene el carruaje, para poder cumplir ese mandato dado por Jesús de bautizo.

    Es casi un milagro el hecho que apareciera agua en medio de ese lugar desierto, pero desde el momento en que este hombre con fe recibe a Jesús en su vida, empieza a brotar esa agua en medio del desierto, como un símbolo de la salvación a la que Jesús estaba ofreciendo a todos aquellos que lo declararan como su Salvador.

    Y como punto final se manifiesta el aspecto sobrenatural de Dios como un sello tangible de su poder, ya que luego de bautizarlo Felipe es arrebatado de ese lugar, por lo que se da a entender que el que lleva la palabra debe seguir adelante, buscando esas almas que necesitan de Dios.

    «Al salir ellos del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y no lo vio más el eunuco, que continuó su camino gozoso» (Hechos 8:39) 

    Es por ello que no se debe de sorprender el poder de Dios manifestado a través de esta historia, donde se revela como debe llevarse el Evangelio, y poder inculcar la palabra divina a mayores lugares.

    «Mas Felipe se encontró en Azoto, y por donde pasaba, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea» (Hechos 8:40) 

    Como se puede ver esta es una historia donde Felipe se convierte en ese evangelista o creyente, y el Etíope es esa alma que necesita de Dios, mientras que el contexto que se vive es la obra redentora a la que Dios ha llamado a todos sus creyentes, en llevar su palabra y poder instruirlos, enseñarles y llevarlos al bautizo para la salvación de su alma.

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