Hombres Y Mujeres De Fe En La Biblia

Hombres y Mujeres de Fe en la Biblia son los que enseñan a todos los creyentes el verdadero sentido de adoración y convicción en que Dios es real en todos sus caminos. Cada uno de ellos evidencia el poder de Dios manifestado en sus vidas, llevándolos al destino profético al que cada uno fue llamado.

La Biblia enseña como estos hombres y mujeres fueron desafiados a combatir en medio de circunstancias donde su fe a Dios debía permanecer firme, y lograron vencer la buena batalla de la fe ganando el combate que se les presentaba en el medio.

Índice

    Hombres y Mujeres de Fe en la Biblia

    Hombres y Mujeres de Fe en la Biblia

    En la Biblia hay hombres y mujeres que caminaron una fe absoluta a Dios, ofreciendo cada uno de los mandatos y ordenes que Él quería que cumpliesen, y de esa forma se convirtieron en los héroes de la fe como lo habla la Palabra de Dios.

    «Que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon las bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos por resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección» (Hebreos 11:33-35)

    Existiendo una diversidad de hombres valerosos en la fe en Dios a continuación se hablará de algunos de ellos.

    Noé Constructor del Arca

    Hombres y Mujeres de Fe en la Biblia

    Noé es un personaje bíblico conocido como un patriarca piadoso y noble que fue escogido por Dios cuando decidió eliminar todo el pecado y la abominación de los hombres que se encontraban en la tierra, enviando el diluvio. A este hombre Dios le encomendó crear el arca para salvaguardar el futuro de toda la raza humana.

    A Noé Dios le dio diversas instrucciones específicas para poder lograr que está arca pudiese flotar sobre las aguas, además de ordenar la búsqueda y guarda de las parejas de cada una de las especies animales para poderlas mantener en vida.

    «Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera…

    …Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá. Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán…

    …Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos. Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó» Génesis 6:13-22)

    Este hombre sin mirar atrás obedeció al pie de la letra lo que Dios le mandó, a pesar de recibir la burla de todos en su entorno, y cuando llegó el diluvio él pudo entrar en el arca con su esposa sus tres hijos y sus mujeres, logrando de esa forma salvar su vida y la de los suyos por la obediencia al mandato dado por Dios.

    Vale aclarar que cuando dejó de llover Dios establece una alianza con Noé y sus hijos para no volver a acabar con la humanidad con otro diluvio que destruyera la tierra logrando de esta forma crear nuevos preceptos en la vida que hasta ese momento se conocía.

    «Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne» (Génesis 9:13-15)

    Abraham Padre de la Fe

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    Otro hombre de fe que habla la Biblia es Abraham, quien fue ese hombre que escuchó la voz de Dios en su hogar, y le indicó que debía irse de de su parentela, para seguir el camino que Él le iba a mostrar para poderlo bendecir en todas las cosas que emprendiera.

    «Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

    Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron» (Génesis 12:1-5)

    Este hombre mostró una absoluta fe en Dios, pues no dudó en irse de su pueblo y abandonar la comodidad que tenía en su hogar, para caminar conforme a la voluntad de Dios, para su vida. En esta historia que se relata la Biblia se puede ver cumplida esta palabra de bendición, ya que Abraham en todo lugar que llegaba era prosperado y bendecido.

    De la misma forma, la gran prueba de fe que tuvo que vivir Abraham fue a los 100 años cuando Dios le promete un hijo en plena vejez, con su esposa que tenía una edad avanzada. Dios le cumple la promesa, sin embargo le pide que lo ofrezca como sacrificio vivo en su altar, ante ello habrá dado no negocio con Dios ni se negó sino que obedeció el mandato.

    Esta es una lección para todos los creyentes que deben obedecer sin mirar atrás sometiéndose a los mandatos que Dios designa para la vida de cada uno, y de esa manera Abraham lo hizo decidiendo entregar en sacrificio a Isaac como lo indica la Biblia.

    «Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo…

    …Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Entonces Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.

    Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único» (Génesis 22:3-4, 9-12)

    Esto evidencia que cualquier persona pudo haberse negado ante tan difícil situación pero Abraham no negoció, ni protestó ante el mandato dado por Dios, sino que obedeció, haciendo lo correcto delante de tus de sus ojos, demostrando una fe auténtica asumiendo que si Dios le había prometido un hijo Él se lo podría quitar, cumpliendo el propósito en su vida.

    De esta forma, se puede ver el final de Abraham donde su fe y obediencia fueron absolutas, valiéndole la aprobación y las bendiciones que durante toda su vida lo acompañaron, convirtiéndose en el precursor de muchas naciones y como se lo dijo Dios, que su descendencia hasta ahora se multiplicaría y formaría grandes naciones en el mundo.

    Ana la madre de Samuel

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    Al hablar de Ana en la Biblia se muestra que era una mujer justa, pero que no podía tener hijos y esa circunstancia la agobiaba ya que era un estado de deshonra para ella. Ella estaba casada con Elqaná quien la amaba, pero él tenía también otra esposa llamada Peniná, quien estaba empeñada en hacerle la vida imposible a Ana, de la que se burlaba por no concebir a su esposo.

    Esta mujer se negaba vivir su vida sin hijos, por lo que procedió orar con gemidos delante de la presencia de Dios, con una fe inquebrantable, mostrando a Dios el anhelo de su corazón haciendo evidente son más grandes deseos de tal forma que ella hace un pacto con Dios en ofrecer su hijo ante su altar si Él le cumplía su petición.

    «Ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza» (1ra. Samuel 1:10-11)

    De este modo, esta oración produjo el efecto deseado en la vida de Ana, quien pudo recibir la bendición que tanto anhelaba, pues Dios viendo su fe le permitió concebir un hijo, quien se convirtió en el primer Profeta de Dios, llamado Samuel, eso confirma que toda palabra de Dios no retorna atrás la hacía sino que obra conforme al propósito por el cual es declarada.

    “Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová. (1ra Samuel 1:20)

    De esta manera, esta mujer es un ejemplo para todos los creyentes que elevan oraciones ante el altar de Dios pero deben seguir imitar a esta mujer, quien lo hizo de una forma genuina, con un corazón quebrantado, mostrando su absoluta dependencia a Dios, para poder ver en su regazo su anhelo cumplido. Por lo que la oración puede cambiar el rumbo de todas las cosas cuando se tiene una fe auténtica como la de Ana.

    Elías el profeta de Fuego

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    Elías conocido como el profeta más usado por Dios en tiempos antiguos, eso se valía por la fe que tenía este hombre, que pudo profetizar la sequía de todo un pueblo y fue posteriormente alimentado por cuervos y por viudas, que lo antecedieron a vivir el mayor desafío de fe visto en las Sagradas Escrituras.

    Durante ese tiempo en el que él vivió existió una mujer llamada Jezabel, quien produjo la adoración a falsos dioses, y tenía bajo sus ordenes a estos falsos profetas. Asimismo, persiguió y asesino a todos los profetas de Jehová a lo que este Elías se enfrentó a todos esos falsos profetas en el Monte Horeb, evidenciando el poder de Dios a través de su fe.

    «Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo.

    Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: !! Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que han hecho hecho.

    Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizás esté meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle…

    Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado… edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano…

    Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña…Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.

    Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.

    Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: !! Jehová es el Dios, Jehová es el Dios! Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló» (1ra. Reyes 18:25-40)

    La fe de Elías era tan auténtica que produjo que Dios respondiera con fuego ante un altar lleno de agua, todo esto delante del pueblo, quienes fueron los espectadores de la demostración del poder de Dios ante esos falsos dioses, situación que a su vez produjera la furia de Jezabel, quien al enterarse de lo ocurrido lo amenazó de muerte.

    Esto conllevó a que Elías temiera a pesar de haber vivido un momento sobrenatural delante de la presencia de Dios, por lo que huyó y se escondió en una cueva. En ese lugar Dios se le manifestó y con compasión la alimento lo corrigió permitiéndole enrumbar su propósito profético.

    Job el hombre de Fe Integra

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    Otro hombre que demostró en medio de sus circunstancias mantener una fe integra delante de Dios fue Job, quien tenía una familia grande, con una economía próspera y tenía la estima y respeto de todo el pueblo, por demostrar su integridad delante de los hombres y Dios.

    La Biblia cuenta que este hombre fue atacado por Satanás, quien produjo la pérdida total de sus posesiones, al mismo tiempo la muerte de los 10 hijos, todo en un solo día, además de producir en su piel una enfermedad que le producía llagas y gran molestia, tanto que salían gusanos de sus heridas.

    Dicha prueba demuestra la gallardía de este hombre, quien pudo mantenerse firme en medio de tanta dificultad, pues se convirtió de ser el hombre más importante de su pueblo al ser el más desvalido de todos, siendo atacado y juzgado por su esposa y sus amigos. Pero a pesar de ello la palabra registra que adoro a Dios en medio de esta difícil circunstancia:

    «Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno» (Job 1:20-22)

    Y durante este proceso que vivió este hombre se mantuvo íntegro, rechazando todas las sugerencias de su esposa, quien lo incitaba a enmancillar el nombre de Dios, al que Job se negó de forma rotunda.

    «Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios» (Job 2: 9:10)

    Con esta prueba Job demuestra su integridad y fe auténtica, ya que no pecó en contra de Dios y permaneció en adoración, creyendo que cada una de las circunstancias que vivía estaban en manos de Él. Por lo que luego del proceso Dios se le apareció en medio de la tempestad, entregándole bendiciones más grandes cambiando su condición postrera mayor que la primera.

    «De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job» (Job 42: 5-7)

    La Mujer del Flujo de Sangre

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    Otra mujer que mostró una auténtica fe es aquella que padeció el flujo de sangre por muchos años, y cuando se enteró que Jesús pasaría cerca de su pueblo ella con convicción pensó que sí tocará el manto del Maestro podría ser sanada. Por lo que convencida buscó la forma de acercarse a Jesús en medio de la multitud que lo cubría, y recibió el poder de la sanidad que salió al tocar el manto.

    “Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos. Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora” (Mateo 9:19-22)

    Esto evidencia que esta mujer se esforzó en acercarse a Jesús para poder recibir lo que anhelaba. Ella tenía tanta fe que sabía que con solo tocar el manto de Jesús sería curado el malestar que la agobiaba por años, por lo que la fe activo el milagro de sanidad, y no solo eso sino que Jesús al darse cuenta de lo que había sucedido se detuvo y le dijo:

    “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote” (Marcos 5:34)

    Esto demuestra un ejemplo de una mujer que creyó con una fe genuina, y eso agradó al Señor, quien le concedió también su salvación, demostró una fe sin dudar, llena de convicción que ante las adversidades no decayó, sino que actuó como todo creyente debe hacer sin dudar.

    Con estos ejemplos de Hombres y Mujeres de Fe en la Biblia, se puede saber la clave para tener una fe genuina, comprendiendo la soberanía de Dios y creer que cada una de las circunstancias que se viva buscan acercarse mucho más a Él.

    De este modo, los creyentes que estén pasando circunstancias difíciles deben proseguir hacia adelante como lo hicieron estos hombres y mujeres, que fueron capaces de entender y buscar la voluntad de Dios en medio de las circunstancias que pudieron vivir, y de esa manera mantenerse firmes con esa auténtica fe que agrada a Dios.

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