Parábola De Los Dos Hijos: Obediencia, Una Decisión De Honra
La Parábola de los dos hijos es una enseñanza de Jesús, que viene a describir la actitud de dos hijos hacia la orden del padre, y refleja la crítica de Jesús a las costumbres implantadas por los fariseos, con respecto a la relación con Dios.
Ambas posiciones están intrínsecamente relacionadas con el punto más relevante que quiere destacar, y es la Obediencia. Puede verse claramente, el plan de Jesús en confrontar al ser humano, y su comportamiento.
A través de ella viene a relatar cómo es la actitud humana, frente a cumplir una orden, y como esta viene a afectar positiva o negativamente la relación con una figura de autoridad, en este caso la de un padre, terrenal o celestial (Dios).
En la Biblia se encuentran estas conocidas "Parábolas" de Jesús, que fue un método empleado para hablarles a los discípulos, y a los religiosos de la época, creando relatos con analogías de situaciones cotidianas de la época.
El uso de estas historias buscaba el mayor entendimiento para los oyentes, y así desarrollar enseñanzas de temas relacionados con el Reino de los cielos, y las costumbres instauradas, que los alejaban del verdadero propósito de Dios.
Parábola de los dos hijos, dos actitudes
Esta parábola desarrolla una temática familiar, expuesta a través de dos posiciones, dos respuestas, dos realidades, que salen a la luz luego de la solicitud de un padre en ir a trabajar en la viña familiar.
Primer hijo: rebeldía vs Obediencia
De esta forma inicia Jesús el relato, presentando al padre de dos jóvenes, a quienes les da una orden:
En este pasaje el hijo se niega en realizar lo encomendado. Con cuanta frecuencia un padre o madre le da instrucciones a sus hijos, y estos en un acto de rebeldía se niegan a obedecer, en el instante.
Sin embargo, con el pasar de un tiempo de dada la instrucción, afortunadamente, en la mayoría de los casos, el joven cumple la directriz. Y precisamente, es el caso que se presenta.
A primera vista la actitud del hijo no es la más correcta, pero hay que analizar ese cambio emocional que vive el joven. Que se da en tres fases:
- Fase 1 Negarse
- Fase 2 Arrepentirse
- Fase 3 Obedecer
Negarse
Una decisión tomada por el joven, dijo "no quiero" se negó a cumplir la orden de su padre, pues cualquier excusa es buena, para no obedecer. Y simplemente ignora la orden dada, restándole importancia a la voz de mando.
Hay que detallar la actitud del padre, pues en este caso, no lo reprende ni lo obliga a obedecer, simplemente, lo deja tranquilo en su derecho de tomar sus propias decisiones. A pesar de ser una conducta que puede describirse como irrespetuosa.
Arrepentirse
El hijo adopta otra posición “pero después, arrepentido". De esto surge una pregunta: ¿qué produce arrepentirse?: aceptar que ha hecho algo incorrecto o dejaste de hacer algo que debías hacer.
Este hijo, instruido en las costumbres judías, fue golpeado mentalmente con ambas cosas, que lo llevó a reflexionar esa actitud de desobediencia. Y de seguro recordó los valores de la honra a los padres, dejada por Moisés en Éxodo 20:12:
Es por ello que decide retractarse de su conducta, que fue provocada por ese dolor producido en el reconocimiento del mal hecho a su padre. Impulsándolo en accionar de la manera correcta.
Obedecer
y el hijo "fue" todo arrepentimiento conlleva a una acción, y es la de enmendar el daño que se ha hecho. En este caso él cambió su actitud rebelde, y se puso a disposición de la obra del padre, obedeciendo la orden.
Segundo Hijo: apariencia y deshonra
El primer hijo tuvo un cambio de actitud ante la orden del padre, el segundo por su parte también, dejando ver lo oculto del corazón:
A primera vista la respuesta dada por el hijo era la más correcta, pero su acción fue totalmente contraria. ¿Qué llevó a su cambio de opinión?. A continuación las trs fases emocionales que vive este hijo:
- Fase 1. Obedecer
- Fase 2. Arrepentirse
- Fase 3. Desobedecer
Obedecer
"Y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy" la actitud del hijo parecía la de un joven obediente. La apariencia de piedad y sujeción de este hijo, se ve luego de escuchar a su hermano que, frontalmente, le dice al padre que no lo haría.
Es aquí que se revela la costumbre, que tiene este hijo en responder a un padre de apariencia dócil, por lo que para congraciarse con él, responde afirmativamente, dejando mal a su hermano.
Arrepentirse
a diferencia del primer hijo, este joven se arrepiente para mal, al dejar a su padre esperándolo en la viña. Nótese algo, el joven ve a su padre como una figura débil, que seguramente, lo perdonaría al no ir.
Por lo que prefiere seguir sus prioridades, que cumplir la orden dada por el padre. Dejando en evidencia que los valores de respeto y honra, son solo una costumbre social, más no interna.
Desobedecer
este hijo toma la decisión "Y no fue". El joven aceptó ir a trabajar en la viña con el padre, mostrando una aparente obediencia, pero su acción no fue acorde a sus palabras.
A este hijo no le interesaba cumplir la orden del padre, sus intereses estaban enfocados en satisfacer sus necesidades y placeres. Reflejando su egoísmo y la rebeldía de su corazón, deshonrado al Padre.
Un punto importante para analizar es la actitud del padre, pues en ninguno de los caso mostró algún tipo de emoción y conducta, bien sea la satisfacción por la respuesta positiva de uno, o molestia por la negación del otro. Se mantuvo equilibrado y no mostró algún tipo de posición a las respuestas de los hijos.
De ello se puede hacer una analogía al llamado libre albedrío que Dios le propone al ser humano, en el que cada persona decide que hacer. Y en este caso ellos tuvieron la posibilidad de obedecer o no obedecer, al llamado hecho por su padre.
Otro análisis que se desprende de ello, es la conducta de los hijos, y su cambio actitudinal, del que puede surgir esta pregunta: ¿hay un hijo que se parece a Caín y otro Abel, es decir uno malo y otro bueno?. No, solo se describe la naturaleza humana, y la dualidad que surge de la exposición al pecado. Dicho de otra forma ninguno de los hijos puede considerarse perfecto o bueno, pues sus conductas no fueron intachables desde el inicio de la orden dada.
Descubriendo al hijo obediente
Esta parábola Jesús la narró delante de los líderes religiosos de la época (fariseos y escribas), que se jactaban en ser perfectos ante Dios. Jesús en el siguiente verso luego de narrar la historia de los hijos, les hace una pregunta:
La respuesta de los fariseos fue inclinarse, efectivamente, al joven que obedeció al Padre. Recordando que la acciones hablan más fuerte que las palabras. Y es allí donde Jesús quería llegar, al reconocimiento por parte de los fariseos, en que la acción mata la letra.
Cuando Jesús interpela a los religiosos, hay que contextualizar algo, y es que los hijos hicieron lo contrario que se habían dispuesto en hacer, y se evidencia que los fariseos no le dan valor a la intención inicial, sino al resultado final, en quien obedeció y en quién no.
Por ello, Jesús tomando la palabra de los fariseos prosigue con su enseñanza, apelando a lo que quería hacer visible: la Hipocresía.
Jesús ponía en evidencia la hipocresía de los fariseos, que se negaron en creer en Juan el Bautista, y se jactaban en ser obedientes a la Palabra de Dios, pero con sus hechos la violentaban.
Analogía de que tipo de hijos eran
Claramente, Jesús les hace ver a los fariseos que esos hijos era la sociedad que ellos representaban. Entendiendo que cada uno de ellos tendrían su parte en el relato, y por sus acciones los definiría como:
El primer hijo: los publicanos y las rameras eran como el primer hijo. Porque cuando Juan el Bautista llamo al arrepentimiento para perdón de pecados, al principio se negaron, pero luego se arrepintieron. Ellos fueron como ese primer hijo que dijo que no iría, y al final fue a trabajar con el padre.
El segundo hijo: se refiere a la actitud de los fariseos, que entendían el mensaje dado por Juan, y que debían cumplir ese paso de arrepentimiento, pero prefirieron seguir sus costumbres y rituales.
Demostrando su rebeldía de corazón. Evidenciando la actitud deshonrosa de ese segundo hijo, que se dejó llevar por su voluntad, y no obedecer a lo que su padre le ordenó.
La parábola, viene a confrontar a los religiosos de la época de Jesús, que decían amar y servir a Dios, pero con sus hechos lo negaban. La implicación está intrínsecamente relacionado con la obediencia, al llamado que hace el Padre a servir en la viña.
Una parábola para reflexionar como hijos
La parábola de los dos hijos viene no solo a plasmar la vida religiosa y social de la época de Jesús, sino muestra la clase de creyentes que han existido. Los que hablan en hacer algo, y no actúan. Y aquellos que dan una palabra, y actúan de forma coherente a su dicho.
Es importante meditar en el fruto de las acciones, que pueden ser el motor para avanzar a la salvación o a la condenación eterna. Pues, de ellas se obtendrá el resultado espiritual, de la vida del creyente.
Hay que observar en detalle la orden del padre de la parábola: trabajar en la viña, refiriéndose a un lugar destinado en producir fruto y al servicio de la familia. De ello se evidencia la analogía que hace del Padre Celestial, y el trabajo en su obra, en la vida cristiana y al servicio en la congregación.
Aunque los fariseos se mantenían fieles en realizar ritos en los templos y servir como sacerdotes de la Palabra, no creyeron en el llamado de arrepentimiento hecho por Juan el Bautista. Por lo que se negaron a trabajar en la orden dada por el Padre, y no se unieron en servir en la viña de Dios.
Jesús enfatiza en que la verdadera vocación del hijo de Dios es hacer la voluntad del Padre, no desviarse en otra cosa, para poder entrar al reino de los cielos. Siendo muy claro al manifestarle a los fariseos lo siguiente:
De ello se entiende algo valioso, y es que un estudioso de la Palabra sin hechos no llega al cielo, pues es el arrepentimiento de los pecados y la humildad la llave usada para ser recibido en la viña del Padre.
Confirmando Jesús esa actitud altiva de los fariseos:
Y es por ello que Jesús ilustra esta situación, pues los fariseos eran de duro corazón, alardeaban en ser doctos en la Palabra, pero sus hechos estaban lejos de la voluntad del Padre. Y las rameras y publicanos humillados, se acercaban a buscar el perdón de Dios.
Muchas personas se ven reflejadas con estos versículos, actúan en apariencia apacible, cumpliendo mandatos, pero sus corazones están lejos del amor a Dios.
Un hijo dirá "si" y otro dirá "no"
Obedecer o no obedecer, he allí el dilema de un creyente. Un libre albedrío lleno de oportunidades para decirle "sí" o "no" al Padre. Esa es la voz que retumba en el creyente en cada momento.
Y en esta parábola se presenta la analogía de los hijos, como los tipos de creyentes, y enseñan a un Dios-Padre respetuoso a la libre elección de las personas, y los deja que definan el tipo de hijo que es.
Hay libertad en lo que se escoge, pero Dios-Padre espera que si se deciden en trabajar en la viña, se mantenga fieles, y sus acciones sean cónsonas con los dichos de su boca. Pues, no vale nada decir que "sí" y su acción ser contraria.
Ser fieles en este tiempo es una aventura, que todo creyente vive. Y donde se debe desarrollar la perseverancia, que junto a la fidelidad sobrepondrá en la coherencia en las decisiones y las acciones, que estarán plegadas en un solo fin: Obedecer.
Requiere de un gran esfuerzo por parte del creyente, donde las luchas internas serán el pan de cada día. Pero Dios esperará que las acciones estén enfocadas en no claudicar, sino avanzar en el trabajo de su viña.
Humildad es lo que pide el Padre, ser como ese pueblo que reconoció que debían arrepentirse, y caminaron en buscar la salvación. Se mantuvieron firmes y fieles hasta el final de sus días, entrando de primeros en el reino de los Cielos.
La parábola de los dos hijos se resume en ser llamados al trabajo en la viña del Padre, y que define quienes son los hijos, manifestando lo que hay en su corazón, dejando al descubierto sus intenciones más puras u oscuras en el corazón.
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