Nacimiento De Jacob Y Esaú

El nacimiento de Jacob y Esaú fue un evento particular, donde nacen los hijos mellizos de Isaac y Rebeca, quienes desde el vientre de su madre vivieron fuertes turbulencias, ya que tenían disputas que se manifestarían aún cuando nacieron.

El nacimiento de ellos fue atípico, ya que se vivió esa disputa al salir del vientre primero lo hizo Esaú convirtiéndose en el primogénito, mientras que Jacob lo tenía tomado del talón, simbólicamente, era el sentimiento que vivirían como hermanos.

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    Nacimiento de Jacob y Esaú

    Nacimiento de Jacob y Esaú

    Isaac siendo el hijo de la promesa de Dios a Abraham estaba casado con una mujer estéril, llamada Rebeca, a quien amaba con mucho fervor, por lo que él le pedí a Dios que pudiese concebir un hijo, a lo que el Padre le respondió con la bendición de concebir.

    «Isaac tenía cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel, arameo de Padan-aram, hermana de Labán, arameo. Isaac oró a Jehová por su mujer, Rebeca, que era estéril; lo aceptó Jehová, y Rebeca concibió» (Génesis 25:20-21)

    Sin embargo, era un embarazo atípico ya que eran de mellizos quienes luchaban en el vientre de Rebeca, a quien afligía la situación, por lo que ella se acercó a Dios en oración quien le dio respuesta a esa situación.

    «Pero como los hijos luchaban dentro de ella, Rebeca pensó: «Si es así, ¿para qué vivo yo?» Y fue a consultar a Jehová; y Jehová le respondió: «Dos naciones hay en tu seno, dos pueblos divididos desde tus entrañas. Un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor» (Génesis 25:22-23)

    Con lo que Dios le dice a Rebeca le indica el propósito del nacimiento de estos niños, quienes durante todo su embarazo estuvieron en disputa aún hasta que nacieron, donde peleaban para ser el primogénito de Isaac y Rebeca.

    «Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, había gemelos en su vientre. El primero salió rubio; era todo velludo como una pelliza, y le pusieron por nombre Esaú.

    Después salió su hermano, trabada su mano al talón de Esaú, y le pusieron por nombre Jacob. Isaac tenía sesenta años de edad cuando ella los dio a luz» (Génesis 25:24-26)

    De este modo, estos dos bebés peleaban mucho dentro del vientre que presagiaba la turbulenta relación que tendrían en vida, y Esaú nació primero por lo que fue el heredero de la familia por derecho de nacimiento, lo que determinaba ser el heredero del pacto entre Dios y Abraham.

    «De Jacob saldrá el dominador, Y destruirá lo que quedare de la ciudad» (Números 24: 19-19)

    Esaú vende la primogenitura a Jacob

    Cuando Jacob y Esaú crecen cada uno toma un camino en el que se desarrollaban, ya que uno se convierte en un diestro cazador, mientras que otro era un hombre tranquilo que habitaba en las tiendas, como lo dice las Sagradas Escrituras.

     

    Nacimiento de Jacob y Esaú

    «Crecieron los niños. Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era hombre tranquilo, que habitaba en tiendas. Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; pero Rebeca amaba a Jacob» (Génesis 25:27-28)

    Cuando se define la palabra hebrea que describe “tranquilo” se traduce en las Sagradas Escrituras como “perfecto” o “derecho”, por lo que se puede decir que la palabra tranquilo se describe como el carácter de Jacob, como el de un hombre de Dios.

    «Porque JAH ha escogido a Jacob para sí, A Israel por posesión suya» (Salmo 135:4)

    Al hablar de esos temperamentos que tenían cada uno de ellos, un día Esaú regreso del campo con mucha hambre a punto de desmayar, así que le pidió a su hermano que le diera de comer, y Jacob aprovechó ese momento para pedirle que le vendiera la primogenitura.

    «Un día, cuando Jacob había preparado un potaje, Esaú vino del campo, agotado; y Esaú dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer un poco de ese guisado rojo, pues estoy agotado. Por eso lo llamaron Edom. Pero Jacob le dijo: Véndeme primero tu primogenitura» (Génesis 25:29-31)

    De este modo, Jacob aprovechando el carácter impulsivo de su hermano pudo obtener esta promesa primogenitura ya que Esaú no le daba interesa las cosas espirituales por lo que accedió de una forma inmediata.

    «Y Esaú dijo: He aquí, estoy a punto de morir; ¿de qué me sirve, pues, la primogenitura? Y Jacob dijo: Júramelo primero; y él se lo juró, y vendió su primogenitura a Jacob.

    Entonces Jacob dio a Esaú pan y guisado de lentejas; y él comió y bebió, se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura» (Génesis 25:32-34)

    Sin duda Jacob sacó provecho de esa situación a lo que, probablemente, Esaú no estaba al borde de morir, sin embargo menospreció la bendición que tenía en ser el primogénito cediéndola a Jacob, sin conocer sus consecuencias.

    Jacob le roba la Bendición a Esaú

    Cuando Isaac se encontraba en el lecho de muerte, era una tradición bendecir a los primogénitos, es por eso que llama a Esaú para que fuera a cazar y hacer una cena especial para poder cumplir con esta tradición.

    Nacimiento de Jacob y Esaú

    «Y aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí.Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no sé el día de mi muerte.

    Ahora pues, te ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza; y prepárame un buen guisado como a mí me gusta, y tráemelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga antes que yo muera» (Génesis 27:1-4)

    Ante esto Rebeca escuchó todo lo que Isaac le decía a Isaac, por lo que se acercó y le habló a Jacob, para que esa bendición se la dieran a él, ya que Isaac era ciego y no reconocería a su hijo por lo que lo ayudó a vestirse con pieles para asemejar a Esaú.

    «Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a su hijo Esaú. Y cuando Esaú fue al campo a cazar una pieza para traer a casa, Rebeca habló a su hijo Jacob, diciendo: He aquí, oí a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú, diciéndole:

    «Tráeme caza y prepárame un buen guisado para que coma y te bendiga en presencia del SEÑOR antes de mi muerte.» Ahora pues, hijo mío, obedéceme en lo que te mando.

    Ve ahora al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos de las cabras, y yo prepararé con ellos un buen guisado para tu padre como a él le gusta. Entonces se lo llevarás a tu padre, que comerá, para que te bendiga antes de su muerte.

    Y Jacob dijo a su madre Rebeca: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velludo y yo soy lampiño. Quizá mi padre me palpe, y entonces seré para él un engañador y traeré sobre mí una maldición y no una bendición…

    …Entonces Rebeca tomó las mejores vestiduras de Esaú, su hijo mayor, que tenía ella en la casa, y vistió a Jacob, su hijo menor; le puso las pieles de los cabritos sobre las manos y sobre la parte lampiña del cuello, y puso el guisado y el pan que había hecho en manos de su hijo Jacob» (Génesis 27:5-17)

    Ante ese engaño hecho por Rebeca y Jacob, actuaron convencidos en lograr esa bendición por lo que Jacob se acercó a Isaac que no podía ver, lo palpó y creyó con esa pieles que era Esaú, mientras que este se encontraba en el campo cazando, y Jacob recibió la bendición que le correspondía a Esaú.

    «Entonces él fue a su padre, y dijo: Padre mío. Y éste respondió: Aquí estoy. ¿Quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Soy Esaú tu primogénito. He hecho lo que me dijiste. Levántate, te ruego. Siéntate y come de mi caza para que me bendigas.

    E Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la has encontrado tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque el SEÑOR tu Dios hizo que así me acaeciera. Isaac entonces dijo a Jacob: Te ruego que te acerques para palparte, hijo mío, a ver si en verdad eres o no mi hijo Esaú.

    Jacob se acercó a Isaac su padre, y él lo palpó y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú. Y no lo reconoció porque sus manos eran velludas como las de su hermano Esaú, y lo bendijo.Y le preguntó: ¿Eres en verdad mi hijo Esaú? Y él respondió: Yo soy… Y su padre Isaac le dijo…

    …Dios te dé, pues, del rocío del cielo, y de la grosura de la tierra, y abundancia de grano y de mosto. Sírvante pueblos, y póstrense ante ti naciones; sé señor de tus hermanos, e inclínense ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldigan, y benditos los que te bendigan» (Génesis 27:18-29)

    Cumplida la bendición que le daba Isaac a Jacob creyendo que este era su primogénito, Esaú llegada de haber cazado y preparó el guiso que le había pedido, y al presentarse delante de su padre se da cuenta que Jacob le robó su bendición, por lo que en su corazón se despertó el odio a él.

     

    «Y sucedió que tan pronto como Isaac había terminado de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de la presencia de su padre Isaac, su hermano Esaú llegó de su cacería. Y también él hizo un buen guisado y lo trajo a su padre…

    …Y su padre Isaac le dijo: ¿Quién eres? Y él respondió: Soy tu hijo, tu primogénito, Esaú. Y tembló Isaac con estremecimiento muy grande, y dijo: ¿Quién fue entonces el que trajo caza, antes de que tú vinieras, y me la trajo y yo comí de todo, y lo bendije? Sí, y bendito será. 

    Al oír Esaú las palabras de su padre, clamó con un grande y amargo clamor, y dijo a su padre: ¡Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío! Y él respondió: Tu hermano vino con engaño, y se ha llevado tu bendición. Y Esaú dijo: Con razón se llama Jacob, pues me ha suplantado estas dos veces.

    Me quitó mi primogenitura, y he aquí, ahora me ha quitado mi bendición. Y añadió: ¿No has reservado una bendición para mí? Pero Isaac respondió, y dijo a Esaú: He aquí, yo lo he puesto por señor tuyo… En cuanto a ti ¿qué haré, pues, hijo mío? Y Esaú dijo a su padre: ¿No tienes más que una bendición, padre mío? Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío.

    Y Esaú alzó su voz y lloró. Entonces su padre Isaac respondió, y le dijo:.. Por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; mas acontecerá que cuando te impacientes, arrancarás su yugo de tu cerviz. Esaú, pues, guardó rencor a Jacob a causa de la bendición con que su padre lo había bendecido; y Esaú se dijo: Los días de luto por mi padre están cerca; entonces mataré a mi hermano Jacob» (Génesis 27:30-41)

    Esta situación produjo en Esaú un gran enojo, tanto que Rebeca le pidió a Jacob que se fuera del pueblo por temor a que su hermano lo matara, por la furia que tenía en su corazón.

    «Cuando las palabras de Esaú, su hijo mayor, le fueron comunicadas a Rebeca, envió a llamar a Jacob, su hijo menor, y le dijo: … Ahora pues, hijo mío, obedece mi voz: levántate y huye a Harán, a casa de mi hermano Labán.Y quédate con él algunos días hasta que se calme el furor de tu hermano; hasta que la ira de tu hermano contra ti se calme, y olvide lo que le hiciste…» (Génesis 27:42-45)

    20 años después Jacob se reencuentra con Esaú

    Este tiempo donde huye Jacob de Esaú pasan 20 años de separación, donde le tocó trabajar a Labán, quien abuso de él y lo hizo recapacitar sobre todo lo que había hecho en su vida en contra de su hermano, por lo que dispuso encontrarse con él.

    Nacimiento de Jacob y Esaú

    «Y cuando Jacob siguió su camino, los ángeles de Dios le salieron al encuentro. Y al verlos, Jacob dijo: Este es el campamento de Dios; por eso le puso a aquel lugar el nombre de Mahanaim. Entonces Jacob envió mensajeros delante de sí a su hermano Esaú, a la tierra de Seir, región de Edom.

    Y les dio órdenes, diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: He morado con Labán, y allí me he quedado hasta ahora. Tengo bueyes, asnos y rebaños, siervos y siervas; y envío a avisar a mi señor, para hallar gracia ante tus ojos» (Génesis 32:1-5)

    Jacob camino a ese encuentro ya no era ese hombre engañador, y que produjo un gran odio de su hermano, él regresaba a la tierra donde había visto a su hermano amenazarlo, luego de quitarle la bendición que le pertenecía por ser el primogénito, a lo que Esaú le respondió lo siguiente a través de sus siervos:

    «Y los mensajeros regresaron a Jacob, diciendo: Fuimos a tu hermano Esaú, y él también viene a tu encuentro y cuatrocientos hombres con él» (Génesis 32:6)

    Esa respuesta produjo un gran temor en Esaú, ya que no sabía como sería el encuentro, si sería con intenciones de vengarse por lo cometido o sería simplemente compañía al encuentro en acción de paz.

    «Entonces Jacob tuvo mucho temor y se angustió; y dividió la gente que estaba con él, y las ovejas, las vacas y los camellos, en dos campamentos y dijo: Si Esaú viene a un campamento y lo ataca, entonces el campamento que queda escapará.» (Génesis 32:7-8)

    En este sentido, por lo que Jacob distribuyó a sus hombres para tener una mejor defensiva, ante un ataque repentino por parte de los hombres que acompañarían a Esaú. A lo que él clamó a Dios por la aflicción que sentía. (Génesis 32:9-12)

    Y a pesar de pedirle a Dios a esa oración, Jacob usó una táctica humana y envió los rebaño tras rebaño, dando por retazos el regalo de su honra a Esaú, por lo que actuó con su propia opinión. (Génesis 32:13-23)

    Jacob siguió su plan en encontrarse y se encontró solo al otro lado del arroyo, tras hacer pasar a toda su familia y todos sus hombres, para protegerlos de un posible ataque de Esaú, y tuvo un encuentro con el ángel.

    «Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices» (Génesis 32:24-26)

    Jacob demostró resistencia ante el ángel, pues no se rendía hasta tener su bendición, a lo que el ángel lo derribó y le hirió el muslo como marca de ese encuentro con esta entidad celestial.

    «Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre.

    Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera» (Génesis 32:27-31)

    Es importante ver como el ángel tuvo que quebrarle el muslo para que Jacob dejará de resistirse, eso quiere decir que el poder de Dios imposibilitó a Jacob, quien aún herido persistió en ser bendecido por el ángel.

    «Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido»

    Es allí cuando Jacob venció con esa vieja naturaleza, que lo había hecho actuar de manera negativa en contra de su hermano, alcanzando la victoria al rendirse a Dios, quien pudo quebrantar su fuerza humana para mostrarle que bastaba con rendirse a Él para obtener su bendición.

    El Reencuentro de Jacob y Esaú

    Luego del encuentro de Jacob con el ángel inició una nueva historia, donde todo sería hecho nuevo, pues su vieja naturaleza había quedado atrás y vendría la restauración familiar que tanto anhelaba.

    Nacimiento de Jacob y Esaú

    «Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas. Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos.

    Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano. Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron. Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y los niños,

    y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu siervo. Luego vinieron las siervas, ellas y sus niños, y se inclinaron. Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después llegó José y Raquel, y también se inclinaron.

    Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor. Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo» (Génesis 33:1-9)

    Jacob insitió en entregar cada uno de los presentes, pues aún sentía esa culpa por todo el mal que había hecho, ya que veía la bondad con el que Esaú lo había recibido, dejando a un lado las diferencias y todo lo malo del pasado.

    «Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido. Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío.

    E insistió con él, y Esaú lo tomó. Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo iré delante de ti. Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y va1cas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas.

    Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir» (Génesis 33:10-14)

    Con este encuentro entre Jacob y Esaú, dejaron toda la enemistad y pleitos del pasado, para convertirse en esos hermanos amorosos, que tendrían alianzas y serían acompañantes en la nueva vida por iniciar.

    «Y Esaú dijo: Dejaré ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y Jacob dijo: ¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor. Así volvió Esaú aquel día por su camino a Seir.Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado;

    por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot. Después Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padan-aram; y acampó delante de la ciudad.

    Y compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas. Y erigió allí un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel» (Génesis 33:15-20)

    Para finalizar se puede decir que Jacob y Esaú eran hermanos que pudieron tener altibajos y disputas en un momento, pudo ser restaurada por Dios, al cambiar la naturaleza egoísta de Jacob para caminar en amor como un verdadero hijo de Dios.

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