Los Becerros de Oro - Historia Bíblica

Los becerros de oro se convierte en aquellas figuras creadas por hombres, que buscaban levantar la adoración ante estos falsos dioses, produciendo uno de los pecados que Dios abomina, y es el de la idolatría, que busca quitarle la adoración al Dios real.

En las Sagradas Escrituras se encuentran un momento en que Moisés subió al Monte Sinaí, para recibir las tablas de los mandamientos, y viendo el pueblo que el tardaba ellos buscaron un líder y una nueva adoración que los dirigiera a falta de su presencia, creando becerros de oro que produjo la ira de Dios.

Índice

    El Pacto de Dios con Israel

    El Pacto de Dios con Israel

    Cuando las Sagradas Escrituras hablan sobre los becerros de oro inicia la historia cuando Moisés subió al Monte Sinaí por que allí Dios le entregaría las tablas de la ley, que se convertiría en el testimonio del pacto que Dios había hecho con el pueblo de Israel, que sería la oportunidad de cumplir lo que todo el pueblo había dicho de que harían su voluntad.

    «Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho. Y Moisés escribió todas las palabras de Jehová, y levantándose de mañana edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel» (Éxodo 24 3:4)

    Luego de ese acto en el que todo el pueblo escuchó atentamente lo que Moisés había dicho, pasaron varios días donde la nube de la gloria de Dios se manifestaba en el Monte Sinaí, hasta que Dios lo llamó a que subiera "Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches"

    Moisés Tardó en bajar

    Durante ese tiempo en el que Moisés se encontraba recibiendo las tablas del pacto el pueblo de Israel esperaba con ansiedad que bajara del Monte Sinaí, situación que se extendían los días y no veían su llegada por lo que muchos de ellos pensaron que él había muerto.

    La situación se agravaba con el paso de los días, ya que había pasado más de un mes y Moisés no bajaba del Monte Sinaí y el pueblo se encontraba muy nervioso, ya que pensaban que si ellos no pudieron aguantar un momento en la presencia de Dios, él no hubiese soportado tantos días delante de su presencia.

    Sin embargo, cuando la situación se agudizó mientras esperaban a Moisés el pueblo de Israel recordó que no se habían quedado sin líder, ya que Moisés había dejado como encargados a Aarón y a Hur para que pudieran guiarlos, mientras él se encontraba en la montaña delante de la presencia de Dios

    «Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos» (Éxodo 24:14)

    Por ello, todo el pueblo de Israel se acercó para hablar con Aarón, quien tuvo que buscar una solución inmediata ante un pueblo que estaba alterado, por la falta de un líder que lo guiará.

    Los Becerros de Oro

    En medio de la desesperación que tenían el pueblo de Israel al no contar con Moisés como intermediario con Dios, ellos reaccionaron en una forma desmedida buscando solucionar a quien adorar, o como solucionar dicha situación, pues ya no tenían un líder.

     

    Los Becerros de Oro

    «Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, se reunió el pueblo en torno a Aarón y le dijeron: “Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que no sabemos que ha sido de Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto» (Éxodo 32:1) 

    Ante esta petición que hizo el pueblo Aarón de hacer un Dios que fuera delante de ellos la respuesta ante eso no fue ni desanimarlos o confrontarlos por lo que le estaban pidiendo sino que él accedió en cumplir lo que ellos estaban anhelando que era un dios.

    «Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto» (Éxodo 32:2-4) 

    Lo que hizo Aarón fue buscar complacer al pueblo, y la gente dio oro para que el nuevo líder hiciera lo que ellos estaban anhelando, por lo que no buscaron hacer la voluntad de Dios, que era no hacer algún tipo de semejanza de cualquier cosa creada como representación de El.

    «No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen» (Éxodo 20:3-5)

    Ante esta situación hay que analizar algo que sucedió luego que Aarón hiciera el becerro de oro, ya que él no lo hizo como una imagen de un dios pagano sino como la representación de Jehová, confirmación que se hace cuando el terminó de edificar un altar:

    «Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentación ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer ya beber, y se levantó a regocijarse. (Éxodo 32:5-6)

    Se puede indicar que el pecado cometido por no haberse olvidado de Dios sino haber hecho una falsa imagen del Dios verdadero ,a través de un becerro, no era que lo estaban desplazando sino quisieron representar para poder seguir adorándolo, algo que Dios no vio con buenos ojos, ya que nada de lo creado puede representarlo pues el es muy grande entre los grandes. Y ante ese pecado la Biblia hace mención en el libro de los Salmos:

    «Hicieron becerro en Horeb, se postraron ante una imagen de fundición. Así cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba. Olvidaron al Dios de su salvación, que había hecho grandezas en Egipto, maravillas en la tierra de Cam, cosas formidables sobre el Mar Rojo» (Salmos 106:19-22)

    Dios respondió  a la desobediencia del Pueblo

    Ante la desobediencia de los israelitas que estaban en plena adoración de los becerros de oro Moisés se encontraba recibiendo las tablas del pacto en el Monte Sinaí, y cuando culminó ese momento Dios le dio las dos tablas del testimonio escritas por su dedo. (Éxodo 31:18)

    Mientras Moisés bajaba hacia el campamento donde se encontraba el pueblo de Israel él no sospechaba lo que estaba aconteciendo, a lo que el mismo Dios le informó como ellos habían incumplido sus mandatos y habían fundido un becerro de oro mientras estaba ausente de ellos.

    «Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto» (Éxodo 32:7-8)

    En tan solo cinco semanas el pueblo israelita se había desviado del pacto que había hecho Moisés antes de subir al Monte Sinaí, a lo que faltaron al mandato e intercedió por ese pueblo rebelde, ya que la ira de Dios descendería sobre el pueblo.

    «Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?. ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo.

    Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo;  y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre. Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo» (Éxodo 32:11-14)

    Producto de esta oración hecha por Moisés Dios disipó su molestia por el pueblo de Israel, sin embargo cuando Moisés llega y ve la algarabía y adoración que tenían delante del becerro de oro su ira fue expresada delante de todo el pueblo, y reprendió a Aarón por haber actuado de forma incorrecta delante de los ojos de Dios

     

     Ira de Moisés

    «Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel. Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado?» (Éxodo 32:19-21)

    Luego de esta situación Moisés volvió a Jehová y rogó por el pecado que había hecho, a lo que Dios le respondió lo siguiente:

    «Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro. Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado. Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón» (Éxodo 32:33-35)

    Enseñanza sobre los becerros de oro

    La enseñanza que deja este momento histórico que plasma las Sagradas Escrituras es que los hombres en lugar de poner sus ojos en Dios, buscan ídolos tangibles que puedan tocar, sentir, y es por ello que crean esas piezas de madera, de oro o de yeso que son semejanzas a figuras que ellos han podido ver.

    Es por ello importante que el hombre mantenga su mirada en el señor como lo dice el libro de hebreos “…puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2)

    En importante escudriña las Sagradas Escrituras y pedirle al Espíritu Santo que revela lo que es correcto delante de Dios, ya que la confianza siempre debe estar puesta en el Señor, y aun la Biblia ll enseña en el libro de Jeremías:

    “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová” (Jeremías 17:5)

    Es por ello importante comprender que no hay que crearse becerros ni ídolos delante de Dios, ya que las Sagradas Escrituras e bastante clara al mostrar que solo hay un Dios y mediador delante del Padre Celestial, y ese es Jesucristo nuestro Salvador.

    «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo» (1ra. Timoteo 2:5-6)

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