Jacob Lucha Con El Ángel De Dios - Génesis 32

Jacob lucha con el Ángel es un evento que narra la Biblia, donde este hombre luego de vivir momentos difíciles tras huir de su hermano, y trabajar lejos de él por veinte años, se dispone a tener un encuentro con él.

Este encuentro con el ángel sucede antes que Jacob se encuentra con Esaú, para resolver las diferencias que habían tenido luego que él le robó la bendición de la primogenitura, restaurando su relación tras el hecho cometido por él.

Índice

    La vida de Jacob al encontrarse con Esaú

    Jacob lucha con el Ángel

    La vida de Jacob había sido dominada por la naturaleza material y sus deseos carnales, que lo movían a actuar de forma incorrecta delante de Dios, y había tenido un desencuentro con su hermano Jacob, del cual tuvo que huir.

    En ese tiempo donde Jacob se separó del hermano tuvo 20 años trabajándole a Labán, quien abuso de él y lo hizo meditar en su vida y su pasada forma de ser, logrando recapacitar en medio de ese proceso que lo hizo transformar su carácter, y llevarlo a un nuevo estilo de vida.

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    Este tiempo de proceso en su vida lo hizo recapacitar, a tal punto de reencontrarse luego de tantos años con su hermano Esaú, para cancelar la deuda que tenía con él, por todo lo que había hecho para beneficiarse de lo que le pertenecía a Esaú, por lo que dispuso su corazón a pedir perdón a lo que vio el respaldo de Dios a ello.

    «Y cuando Jacob siguió su camino, los ángeles de Dios le salieron al encuentro. Y al verlos, Jacob dijo: Este es el campamento de Dios; por eso le puso a aquel lugar el nombre de Mahanaim. Entonces Jacob envió mensajeros delante de sí a su hermano Esaú, a la tierra de Seir, región de Edom.

    Y les dio órdenes, diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: He morado con Labán, y allí me he quedado hasta ahora. Tengo bueyes, asnos y rebaños, siervos y siervas; y envío a avisar a mi señor, para hallar gracia ante tus ojos» (Génesis 32:1-5)

    En ese momento Jacob estaba recibiendo la guía de Dios, quien le manifestaba su protección al presentarse en el camino a unos ángeles, dando su aprobación a ese testimonio de un nuevo hombre que se presentaría delante de su hermano Esaú.

    Jacob ya no era ese hombre que podía obrar con astucia para engañar a su hermano, y mucho más luego de sus recientes problemas con Labán, él estaba regresando a esa tierra donde había visto a su hermano amenazándolo, luego de quitarle la bendición que le pertenecía por ser el primogénito.

    Se nota en Jacob un cambio sustancial al dirigirse con un lenguaje de respeto ante su hermano, al referirse como "mi señor Esaú" y en acción de sumisión como "tu siervo Jacob", demostrando respeto y sumisión.

    Jacob no usaba un lenguaje manipulador sino un lenguaje que demostraba respeto, y una actitud humilde con deseos de cubrir las faltas, a lo que Esaú le responde lo siguiente a través de sus siervos:

    «Y los mensajeros regresaron a Jacob, diciendo: Fuimos a tu hermano Esaú, y él también viene a tu encuentro y cuatrocientos hombres con él» (Génesis 32:6)

    Sin duda está respuesta dada por Esaú ante la propuesta de encontrarse produjo un gran temor en Esaú, ya que anunció que lo acompañarían 400 hombres, y no sabría si sería un encuentro con intenciones de vengarse por lo cometido, o sería simplemente compañía al encuentro en acción de paz.

    «Entonces Jacob tuvo mucho temor y se angustió; y dividió la gente que estaba con él, y las ovejas, las vacas y los camellos, en dos campamentos y dijo: Si Esaú viene a un campamento y lo ataca, entonces el campamento que queda escapará.» (Génesis 32:7-8)

    De este modo, Jacob evaluando la situación que podría presentarse creó una estrategia en distribuir a sus hombres para tener una mejor defensiva, ante un ataque repentino por parte de los hombres que irían con Esaú. A lo que él se inclinó y clamó a Dios por la aflicción que sentía.

    «Y dijo Jacob: Oh Dios de mi padre Abraham y Dios de mi padre Isaac, oh Señor, que me dijiste: Vuelve a tu tierra y a tus familiares, y yo te haré prosperar, indigno soy de toda misericordia y de toda la fidelidad que has mostrado a tu siervo; pues con sólo mi cayado crucé este Jordán, y ahora he llegado a tener dos campamentos.

    Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque yo le tengo miedo, no sea que venga y me hiera a mí y a las madres con los hijos. Y tú dijiste: «De cierto te haré prosperar, y haré tu descendencia como la arena del mar que no se puede contar por su gran cantidad.» (Génesis 32:9-12)

    Se puede ver como Jacob buscó la presencia de Dios en medio de las circunstancias, reconociendo ser pecador, inmerecedor de la misericordia de Dios, no confiando en sus capacidades o recursos calificándose a sí mismo como: "indigno soy de toda misericordia y de toda la fidelidad que has mostrado a tu siervo".

    Jacob reconoce su indignidad delante de Dios, y decide acercarse de forma genuina a Él, tomando una actitud humilde reconociendo el poder que tiene el Todopoderoso, a pedirle ayuda producto del temor que tenía de su hermano Esaú, afirmando "yo le tengo miedo, no sea que venga y me hiera a mí y a las madres con los hijos".

    Jacob se preparó para su encuentro con Esaú

    Luego que Jacob hizo esa oración delante de Dios, le esperaba una larga noche a espera de ese encuentro con su hermano mayor, a quien quería honrar.

    «Y pasó la noche allí. Entonces de lo que tenía consigo escogió un presente para su hermano Esaú: doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, treinta camellas criando con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez asnos;

    Jacob lucha con el Ángel

    y los entregó a sus siervos, cada manada aparte, y dijo a sus siervos: Pasad delante de mí, y poned un buen espacio entre manada y manada. Y ordenó al primero, diciendo: Cuando mi hermano Esaú te encuentre y te pregunte, diciendo: ¿De quién eres y adónde vas,

    y de quién son estos animales que van delante de ti?, entonces responderás: «Son de tu siervo Jacob; es un presente enviado a mi señor Esaú; y he aquí, él también viene detrás de nosotros. Ordenó también al segundo y al tercero, y a todos los que iban tras las manadas,

    diciendo: De esta manera hablaréis a Esaú cuando lo encontréis, y diréis: He aquí, tu siervo Jacob también viene detrás de nosotros. Pues dijo: Lo apaciguaré con el presente que va delante de mí. Y después veré su rostro; quizá me acepte.

    El presente pasó, pues, delante de él, y él durmió aquella noche en el campamento Y aquella misma noche se levantó, y tomó a sus dos mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos, y cruzó el vado de Jaboc. Los tomó y los hizo pasar el arroyo, e hizo pasar también todo lo que tenía.» (Génesis 32:13-23)

    Jacob usó la táctica de enviar rebaño tras rebaño, dando por retazos el regalo de su honra a Esaú. Aunque había orado a Dios por su ayuda en ese momento volvió a actuar según sus intenciones, haciendo preparativos personalistas.

    Se puede decir que aún no había confiado en Dios de forma absoluta, y en ese momento Jacob vivía la experiencia de retomar ese arroyo que lo vio cruzar cuando huía de su hermano, estaba deshabitado, mostrando esa soledad en el que se encontraba Jacob, lleno de dudas y temores por este encuentro.

    Jacob lucha con el Ángel

    Jacob estaba viviendo un encuentro con su pasado, los recuerdos volvían a él, había herido a su hermano, y se encontraba solo al otro lado del arroyo, ya que hizo pasar a su familia y todos sus hombres al otro lado para protegerlos de un posible ataque de Esaú, a lo que ocurrió un encuentro con el ángel.

    «Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices» (Génesis 32:24-26)

    Es importante decir que la Biblia hace referencia sobre una lucha incesante que tuvo Jacob con este ángel, pero más que luchar o forcejear de forma violenta, fue una insistencia que manifestaba la característica propia de este hombre que no se daba por vencido fácilmente.

    Jacob demostraba resistencia ante el ángel, no buscaba confrontación sino que se resistía de forma fuerte, a lo que el ángel lo derribó y le hirió el muslo como marca de ese encuentro con esta entidad celestial.

    En este sentido esta lucha que tiene a Jacob con el ángel es la representación de toda su vida, demostrando que para tener la bendición no debía forzarla con sus fuerzas, sino que estas se obtienen rindiéndose, cediendo, y aferrándose a Él.

    El Ángel le cambia el nombre de Jacob cambió a Israel

    Luego de esta lucha que tuvo Jacob con el ángel se dio un cambio sustancial en su vida, permitiendo llevar a una nueva estancia su modo de pensar, donde lo pasado ya no sería el reflejo en él, tanto que su nombre sería cambiado.

    «Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre.

     

    Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera» (Génesis 32:27-31)

    Nótese algo que se presenta y es que el ángel tuvo que quebrarle el muslo para que Jacob dejará de resistirse, de algún modo este hombre usando su capacidad en la lucha lo tenía inmovilizado, al punto que el ángel debió herirlo para ser soltado.

    En este punto se puede ver como el poder de Dios imposibilitó a Jacob, quien aún herido persistió en ser bendecido por el ángel, demostrando más que una resistencia física un deseo ferviente en reencontrarse con Dios, al que necesitaba en ese momento de soledad y angustia.

    «Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido»

    Ese encuentro dejó marcado a Jacob desde lo espiritual como lo físico, ya que su vida espiritual se hacía consona a la que Dios deseaba, y la herida física era la señal de la debilidad ante el poder de Dios, que se había manifestado esa noche en su vida.

    Jacob cuando recibe ese nuevo nombre representa que dejaría de ser ese engañador o usurpador, para ser Israel conocido como Dios lucha, iniciaría un período de cambios progresivos que se caracterizarían en un carácter sólido de fe, amor y fidelidad a Dios.

    De este modo, venció Jacob con su vieja naturaleza, alcanzando la victoria al rendirse a Dios, quien quebrantó su fuerza humana para mostrarle que basta con rendirse a Él que podría obtener su bendición.

    Reencuentro de Jacob y Esaú

    Es importante evidenciar que luego del encuentro de Jacob con el ángel iniciaba una nueva historia, donde todo sería hecho nuevo, pues su vieja naturaleza había quedado atrás por lo que fue un encuentro no de contienda, sino de bendición y perdón.

     

    «Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas. Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos.

    Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano. Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron. Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y los niños,

    y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu siervo. Luego vinieron las siervas, ellas y sus niños, y se inclinaron. Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después llegó José y Raquel, y también se inclinaron.

    Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor. Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo» (Génesis 33:1-9)

    La insistencia de Jacob de entregar los presentes era por la culpa que aun sentía de todo el mal que había hecho, pues veía la bondad con el que lo había recibido, pues dejó a un lado las diferencias y todo lo malo del pasado, para disfrutar de ese hermano que tenía años sin ver.

    Del mismo modo, Jacob veía esa autoridad de hermano mayor en Esaú, pues su visión no era la misma, podía ver la autoridad y la honra que debía presentar a su hermano a quien por años había deshonrado y hecho mal.

    «Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido. Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío.

    E insistió con él, y Esaú lo tomó. Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo iré delante de ti. Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas.

    Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir» (Génesis 33:10-14)

    Este encuentro trajo esa nueva vida para Jacob y Esaú, donde no serían enemigos, sino que serían participantes de sus vidas, aliados, compañeros, familia donde Esaú sería ese aliado en el nuevo porvenir de la vida de Jacob.

    «Y Esaú dijo: Dejaré ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y Jacob dijo: ¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor. Así volvió Esaú aquel día por su camino a Seir.Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado;

    por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot. Después Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padan-aram; y acampó delante de la ciudad.

    Y compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas. Y erigió allí un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel» (Génesis 33:15-20)

    Para finalizar la lucha que tuvo Jacob con el Ángel fue la de su vieja naturaleza con la voluntad de Dios en su vida, quien vino a quebrantarla por el poder del Todopoderoso, haciéndole ver que no es con sus fuerzas sino con el poder del Espíritu que se obtienen las bendiciones en la vida.

    De modo, que para todo creyente esta enseñanza refleja el diario vivir de una persona que se niega hacer la voluntad de Dios y debe ser quebrado por Él, quien en su inmensa misericordia le enseña su poder para ser libre de todo lo que lo oprime.

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